Los primeros pobladores
La primera noticia escrita referida al pobladores de la isla es de la época de los romanos y dice que la ciudad de Eivissa fue fundada por los cartagineses en 654 antes de Cristo.
Pero los primeros indicios de ocupación humana en lo que hoy conocemos como Sant Antoni de Portmany son muy anteriores y tenemos constancia de ello gracias a las excavaciones y los estudios arqueológicos llevados a cabo en S’Avenc des Pouàs, la Cova des Vi, las Torres d’en Lluc, entre otros, o el hallazgo de un hacha de bronce en la finca de Sa Bassa Roja, en las que se ha documentado diversos testimonios de la época antigua.
De los púnicos se sabe que aprovechaban el puerto de Sant Antoni para cargar agua para sus viajes, en los pozos y las fuentes de los alrededores la bahía de Portmany, así como para pescar y salar el pescado. Vivían en casas repartidas por las zonas de Sa Talaia, Sa Vorera, Sa Serra y Es Pouet. Tenían animales para trabajar la tierra y alimentarse. Cerca de las casas enterraban a los muertos y es posible que la capilla de Santa Agnès fuera un santuario dedicado a la diosa Tanit.
Muy cerca de la actual IES Quartó de Portmany, en la finca de Can Rova de Baix, había una fábrica de cerámica que producía ánforas, platos, jarras, lámparas y otros utensilios.
De Portus Magnus a Portmany
Después llegaron los romanos, que convivieron con los púnicos. Los romanos llamaron a Sant Antoni 'Portus Magnus', que significa puerto grande e importante, en referencia a su bahía, que evolucionó hacia al actual Portmany. Los romanos de Portmany también vivían en casas dispersas. Se dedicaban a la pesca y la agricultura, y extraían leña y carbón del bosque para exportar. Los higos secos de la isla se hicieron muy famosos en Roma.
Hacia el año 900, llegaron los árabes, procedentes del norte de África. Esta población dio un importante impulso a la agricultura, como por ejemplo en los bancales del llano de Portmany, y construyeron molinos para moler grano en Es Broll de Buscastell. Aprovechaban la madera de pino para construir embarcaciones. De la lengua de los árabes han quedado muchas palabras en la toponimia ibicenca, tales como como Benimussa, Alcalá, Benimaimó, así como en nombres relacionados con la tierra y la agricultura como sénia, aljub, safareig o atzavara. En la época islámica, la isla de Eivissa se dividió en cinco zonas: Alhauec, Xarc, Benissámit, Portumany y Algarb.
El 8 de agosto de 1235 las tropas del rey Jaime I de Aragón conquistaron la isla, comandadas por el infante Pedro de Portugal, el arzobispo Guillem de Montgrí y el noble Nuño Sanz, lo que supuso la adopción de la religión cristiana y lengua catalana, hablada en el isla desde entonces. Los tres conquistadores se repartieron el territorio extramuros y mantuvieron las cuatro divisiones establecidas por los árabes, el reparto y los límites de las cuales están recogidos en el Memoriale divisionis: el Quartó de Santa Eulalia, el Quartó de Balansat, el Quartó de Ses Salines y el Quartó de Portmany. El Quartó de Portmany comprendía los actuales territorios de los pueblos de Sant Antoni, Sant Mateu d’Albarca, Santa Agnès y parte de Sant Rafel; pero también los de Sant Agustí, Sant Josep de sa Talaia y Es Cubells, que hoy forman parte del municipio de Sant Josep de sa Talaia.
El origen la iglesia de San Antonio se remonta al año 1305, cuando el arzobispo de Tarragona concedió permiso a los vecinos de la localidad para construir una capilla y una fosa mortuoria. Al lado, también levantaron una torre de defensa cuadrangular. Es la segunda iglesia más antigua de la isla, después de la de Santa María y, como se dedicó a San Antonio, por extensión acabó dando nombre a todo el pueblo y más adelante al municipio, aunque el topónimo originario es Portmany.
El Decreto de Nueva Planta
En el año 1715, el rey Felipe V de Borbón, tras la Guerra de Sucesión, dictó el Decreto de Nueva Planta, en virtud del cual se abolieron los Fueros y Constituciones de los territorios de la Corona de Aragón y se cambió por la organización territorial de la Monarquía Hispánica. Todos
los documentos públicos y privados, la escuela y los actos religiosos se tenían que escribir en lengua castellana. Las salinas de Eivissa y Formentera, que habían sido la fuente más importante de ingresos para pagar el gasto público, que eran propiedad de la Universitat d’Eivissa (el gobierno único de la isla hasta el siglo XVIII) pasaron a formar parte de las propiedades del Rey.
En el siglo XVIII, en 1785, el obispo de Eivissa Manuel Abad y Lasierra decidió organizar la distribución territorial de la isla en parroquias (en cada una de las cuales se construyó una iglesia), lo que dio lugar a la constitución de las parroquias de Sant Antoni, Sant Rafel, Santa Agnès y Sant Mateu. Más adelante, en 1833, con la ordenación territorial definitiva de la isla en municipios, estas parroquias se unieron en el municipio de Sant Antoni.
En el campo de la agricultura, en esta época se trajeron almendros y otros árboles frutales de Valencia y Mallorca, y se hicieron viveros de frutales en los huertos de Buscastell.
En el siglo XIX, ya tenemos noticias de que en Sant Antoni hay unas veinte casas cerca de la iglesia. El municipio tenía 3809 habitantes y 693 familias. Los cañones de la torre de la iglesia aún funcionaban en caso de necesidad para defenderse de los enemigos.
Durante la primera mitad del siglo XIX se construye el edificio del Ayuntamiento y el año 1860-1861 se hacen las primeras escuelas públicas en Sant Antoni, se empieza la carretera a Vila, que tardó diez años a acabarse, se trabaja para arreglar el puerto y a finales de siglo XIX entra un funcionamiento el faro de Ses Coves Blanques.
El siglo XX
A comienzos del siglo XX, como en todos los municipios de la isla, Sant Antoni de Portmany había perdido población debido a la emigración a América, sobre todo a Argentina y Cuba. En 1900 Sant Antoni tiene 4263 habitantes.
La mayor parte de la población vivía en un hábitat disperso y sólo se puede hablar del núcleo urbano del pueblo de Sant Antoni, siguiendo la distribución de las calles y casas que se fueron construyendo a lo largo de las calles que conducen a la iglesia desde la mar.
Los años veinte comienza a notarse una actividad económica que se concreta en la creación de empresas de transporte terrestre para cubrir la línea de autobús entre Vila y Sant Antoni y una naviera que exportará materias primas entre el puerto de Portmany y Valencia; abren las primeras fondas, la Esmeralda de Margalida Portas y la Fonda de s'Estany o Miramar.
En 1931 se inaugura el cine Torres, situado en la calle Obispo Torres.
En los años treinta se termina la construcción de los primeros hoteles: el hotel Portmany, propiedad del pionero empresario Josep Roselló, Pep de na Mossona, que abre las puertas en 1933, y el hotel Ses Savines, propiedad de Rafael Marí, 1935.
En 1934 el Ayuntamiento aprueba un proyecto de ensanche urbanístico redactado por el arquitecto mallorquín Gabriel Alomar, para desarrollar Sant Antoni desde la nueva calle del Mar hacia poniente.
El pueblo estaba a punto para crecer, pero la Guerra Civil (1936-1939) y la primera etapa de la dictadura franquista, conocida como 'los años del hambre', detuvieron esta incipiente industria turística y no fue hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando Sant Antoni empezó a experimentar la gran transformación social y económica que supuso la llegada del turismo masivo y una economía de servicios.
De hecho, Sant Antoni fue pionero en la isla en la implantación de este nuevo modelo, que cambiaría para siempre el paisaje, la población y la sociedad de la isla, y que perdura hoy en día.